En el apogeo de la década de los 60, un fenómeno emergió en el mundo del rock que sacudió los cimientos de la cultura musical y dejó una marca duradera en la relación entre el género masculino y femenino en la escena. Conocidas como “groupies”, estas mujeres jóvenes desafiaron las normas sociales y se convirtieron en un enigma provocativo, al utilizar su sexualidad como una herramienta para tejer vínculos con músicos masculinos icónicos.
La revista musical francesa Rock & Folk en su número de agosto de 1977, definió a las groupies como “chicas jóvenes, o más bien muy jóvenes, que sienten una inexplicable atracción de carácter sexual por los miembros de grupos de rock”. Estas mujeres se jactaban de haber mantenido relaciones con músicos de bandas tan legendarias como Led Zeppelin, The Rolling Stones, The Who y otros, convirtiendo a los músicos en trofeos de sus conquistas.
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Si bien el término “groupie” había existido de alguna forma desde la década de 1940, fue en la década de 1960 cuando se consolidó como un fenómeno cultural y musical. El auge de bandas británicas como The Beatles y The Rolling Stones durante la “invasión británica” en Estados Unidos contribuyó a su crecimiento exponencial. Sin embargo, esta subcultura también puso de manifiesto la limitada posición que las mujeres ocuparían en la cultura del rock en los años venideros.
En una época en la que la liberación sexual estaba en pleno auge, las groupies trascendieron la admiración pasiva que las fans solían sentir por sus ídolos. No se conformaban con ser espectadoras desde la distancia, sino que se adentraban en el mundo de los músicos, creando relaciones basadas en la intimidad física. Esta actitud desafió las normas sociales y los roles de género, y a menudo fue objeto de controversia y críticas.
A medida que la cultura pop y el rock se desarrollaban, las mujeres comenzaron a ser relegadas a un papel secundario en la industria. Se les presentaba como objetos de deseo en las letras de las canciones y se las consideraba principalmente como seguidoras pasivas. La liberación sexual que en teoría promovía la revolución de los 60 no llegó a traspasar completamente los límites de género, dejando a las mujeres en un papel subordinado.
Este fenómeno también generó discusiones sobre la sexualización y la “heterosexualización” forzada de la industria musical para adaptarse a las normas de género de la época. A medida que el rock se convertía en un fenómeno más aceptable en la cultura dominante, se buscaba asegurar que los músicos parecieran masculinos y heterosexuales, lo que contribuía a la marginalización de las mujeres y su papel en la música.
¿Qué buscaban las groupies?
Las groupies, aunque a menudo eran retratadas como mujeres que buscaban encuentros sexuales con músicos, también tenían sus propias motivaciones y deseos. Algunas de ellas encontraron en esta subcultura una forma de explorar su propia sexualidad y poder personal en una sociedad que aún no estaba lista para aceptar completamente la liberación sexual.
A medida que los años 70 llegaban a su fin, el movimiento de las groupies empezó a menguar, pero su influencia en la cultura rock y en la percepción de las relaciones de género en la música perduró. Algunas de las mujeres que participaron en este movimiento han compartido sus historias, revelando tanto los aspectos oscuros como empoderadores de su experiencia. Mientras algunas hablan de abusos y relaciones destructivas, otras defienden su derecho a vivir su vida de la manera que eligieron.
En retrospectiva, las groupies marcaron un hito en la historia del rock al desafiar las expectativas de género y cambiar la forma en que las mujeres interactuaban con la cultura musical. Su legado es complejo y controvertido, pero indudablemente contribuyeron a redefinir las dinámicas de género en la música y en la sociedad en general.
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