Este 22 de septiembre se cumplen 34 años del fenómeno natural conocido como el “Sábado Negro”, una tromba que dejó a su paso devastadoras inundaciones en el estado de Chihuahua. Este evento, que se produjo en 1990, impactó especialmente el centro-sur de la entidad, poniendo en peligro los cultivos y provocando el desbordamiento de varias presas, así como graves daños en la capital del estado. A continuación te damos todos los detalles.
La tormenta que azotó la región el 22 de septiembre fue catalogada como la peor en al menos tres décadas. En las ediciones de los días 23 y 24 de ese mes, el medio reportó inundaciones masivas, derrumbes en colonias y el colapso de infraestructuras. La Presa El Rejón, que se llenó rápidamente, fue uno de los puntos críticos que desató la tragedia.
Las consecuencias fueron devastadoras: se reportaron entre 50 y 60 fallecidos, además de 10 personas desaparecidas. Más de 12,000 ciudadanos sufrieron afectaciones, y alrededor de 1,360 hogares fueron destruidos. Los municipios de Rosales y Julimes quedaron incomunicados debido a la crecida del Río San Pedro, mientras que Meoqui enfrentó una situación similar, con el Vado completamente inundado.
En Delicias, cientos de vehículos quedaron varados, y la agricultura sufrió pérdidas significativas. Se estimó que el 30% de la superficie de siembra, especialmente de algodón, soya y cacahuate, resultó afectada tras las intensas lluvias que comenzaron poco después de las dos de la tarde. Para el 25 de septiembre, el número de muertes por ahogamiento había aumentado, y los albergues estaban abarrotados de familias que habían perdido sus hogares.
Los reportes posteriores, como el del día 26, revelaron la destrucción total del puente del Vado de Rosales, y para el 27, las pérdidas en los cultivos de frijol fueron alarmantes, afectando especialmente el distrito de riego número 06.
Expertos como el Profesor Alonso Méndez Torres han investigado las causas detrás de esta tragedia. Un fenómeno de El Niño en fase neutra contribuyó a las inusuales condiciones climáticas, junto con la llegada del primer frente frío de la temporada. La combinación de altas inestabilidades atmosféricas y una intensa entrada de humedad generó nubes de gran desarrollo vertical, propicias para tormentas severas. Testigos informaron la presencia de tres nubes embudo durante la tormenta, aunque no llegaron a tocar tierra, evitando una mayor catástrofe.
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Óscar Viramontes, escritor de ‘Crónicas Urbanas de Chihuahua’, añade que la urbanización irregular de la capital contribuyó a la falta de un drenaje adecuado, lo que agravó la situación. Las calles, diseñadas para sortear arroyos naturales, no estaban preparadas para manejar tal volumen de agua.
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