Cada 1 de noviembre al anochecer, cuando el reloj marca las 7, niños de Valle de Allende salen a las calles para realizar “Los Seremos”, una tradición ancestral que remonta a los tiempos de la colonización y que simboliza una velación a un difunto. Esta práctica ha sido un pilar de la identidad cultural de la región, aunque actualmente enfrenta el riesgo de desaparecer.
La ceremonia, cargada de simbolismo, involucra a grupos de niños, que visitan las casas del pueblo entonando una canción tradicional mientras uno de ellos, cubierto por una sábana blanca, representa al difunto. Tras rezar el Padre Nuestro y el Ave María, los niños cantan: “Angelitos somos del cielo bajamos a pedir limosna y si no nos dan… ¡Puertas y ventanas, nos la pagarán, seremos, seremos, calabacitas queremos!” La tradición, practicada en el Día de Todos los Santos, ha perdurado por más de 300 años en Valle de Allende y comunidades vecinas.
¿Cuál es el origen de Los Seremos?
La historia de “Los Seremos” es muy ambigua, y parcialmente desconocida, pero, según habitantes de Allende, se remonta a la época en que misioneros franciscanos, liderados por el hermano Pedro de Espinareda, fundaron Valle de San Bartolomé —hoy Valle de Allende— con el objetivo de evangelizar a las comunidades indígenas. Para el siglo XVIII, las Cofradías, que jugaban un rol fundamental en la organización de estas prácticas religiosas, comenzaron a desaparecer. La pobreza que afectó la región también contribuyó a modificar la tradición: niños huérfanos acudían a pedir limosna en las haciendas, llevando su propio ataúd para conmover a los hacendados y asegurar su ayuda.
La llegada de celebraciones extranjeras como Halloween y la influencia de prácticas de otras regiones de México han puesto en peligro la continuidad de “Los Seremos”. Ciudadanos de Allende defienden la tradición, destacando su valor cultural y su conexión con la historia de la comunidad. “Los Seremos no son una festividad sombría, sino una celebración de la vida y un recordatorio de la generosidad”, comentó el profesor Lamberto Arellanes, oriundo de la comunidad. “Es una tradición llena de colores, de vida, no es en blanco y negro”.
Francisca Bonilla Luján, conocida en el pueblo como “Paquita”, ha sido testigo de la evolución de esta práctica y destaca cómo los niños siguen participando con entusiasmo. Sin embargo, debido a los problemas de seguridad que afectan al sur de Chihuahua, los padres acompañan ahora a los pequeños en su recorrido, un cambio que no existía en el pasado.
Ella recuerda cómo participó activamente en esta tradición durante su juventud, observa cómo se ha mantenido a lo largo de los años. “Yo los veo igual, con el mismo entusiasmo, igualito”, comenta Paquita, quien celebra que esta tradición siga como parte de la vida en el valle.
¿Por qué “Los Seremos” están en riesgo?
Con el objetivo de salvaguardar esta tradición, la Secretaría de Cultura del Estado trabaja en la elaboración de un expediente técnico que documente y valore a “Los Seremos” como patrimonio cultural inmaterial de Chihuahua. “Desde hace varios meses, un equipo de Patrimonio trabaja en este proyecto”, explicó la secretaria de Cultura, Alejandra Enríquez. El reconocimiento permitiría destinar recursos a la promoción y difusión de “Los Seremos” para asegurar su continuidad.
Un grupo de ciudadanos y otros defensores de la tradición, también se ha organizado para preservar la esencia de “Los Seremos”. “La idea es que los niños comprendan lo que celebran, respeten las oraciones y continúen con el cántico tradicional. Sobre todo, que no se politice, que no se convierta en algo institucional, porque Los Seremos, somos todos, casa por casa”, expresó Erika Arellanes, miembro del comité de preservación de los seremos.
De igual forma, señalaron que las autoridades locales intentaron “adaptar la tradición” llevándola a la presidencia municipal, donde ofrecían dulces a los niños. Sin embargo, los habitantes del pueblo rechazaron la propuesta, pues consideran que la esencia de “Los Seremos” radica en que los niños recorran las calles, visiten cada casa, manteniendo así el ritual tal como se ha hecho desde hace generaciones.
En Valle de Allende, la pregunta que se plantea hoy es si la generación actual será la última en ver esta tradición o si logrará mantenerla viva para las futuras generaciones. Los habitantes del pueblo buscan respuestas mientras el tiempo avanza y los ecos de “Los Seremos” resuenan en las calles, un recordatorio de su identidad y patrimonio único.
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