En todo México, se puede encontrar una joya culinaria ancestral, que ha resistido el paso del tiempo: el pinole. Con raíces indígenas, esta deliciosa mezcla de maíz tostado ha sido una parte esencial de la dieta de los mexicanos desde hace muchos años.
No obstante, en la región de Chihuahua el pinole ha marcado su propio estilo, de manera que las tres culturas del estado, mestizos, rarámuri y hasta menonitas, le han encontrado más de un estilo a este platillo prehispánico.
¿Cuál es el proceso del pinole?
El pinole es un alimento preparado a partir de maíz seco y molido, que luego es tostado y a veces endulzado para resaltar su sabor característico.
Los pueblos indígenas aprecian al pinole tanto por su versatilidad, como por su capacidad para proporcionar energía constante, lo que lo convierte en un alimento perfecto que comen los rarámuri en la Sierra Tarahumara.
¿Para qué sirve el pinole?
Este manjar local se consume de diversas formas. Una de las más comunes es mezclar el pinole con agua o leche para obtener una bebida espesa y reconfortante conocida como “atole de pinole”. Esta bebida es una opción para comenzar el día o hasta como un reconfortante acompañamiento durante las noches de invierno.
El pinole se utiliza también como ingrediente en la preparación de postres y platillos tradicionales, como panes y galletas. Además se le agrega a batidos y licuados para enriquecerlos con su singular sabor.
Además de su delicioso gusto, el pinole es una fuente rica en nutrientes. Está lleno de carbohidratos, lo que lo convierte en una fuente sostenida de energía. También contiene proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales.
De esta forma, el pinole en Chihuahua representa una conexión con nuestras raíces prehispánicas. Su sabor distintivo y sus propiedades nutricionales, mantienen viva la rica herencia gastronómica de Chihuahua y honran el legado de sus ancestros.
