Un nuevo estudio del Centro Nacional de Estadísticas de Salud ha puesto de manifiesto un preocupante vínculo entre el tiempo que los adolescentes pasan frente a la pantalla de algun dispositivo y su salud mental. Según el informe, los adolescentes que utilizan dispositivos digitales durante cuatro horas o más al día son significativamente más propensos a experimentar síntomas de ansiedad y depresión. Durante el periodo de julio de 2021 a diciembre de 2023, aproximadamente la mitad de los adolescentes de entre 12 y 17 años reportaron un uso diario de pantallas que supera las cuatro horas.
Aproximadamente uno de cada cuatro adolescentes que informaron tener un tiempo de pantalla de cuatro horas o más experimentaron síntomas de ansiedad (27,1%) o depresión (25,9%). La Dra. Neha Chaudhary, psiquiatra del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela de Medicina de Harvard, comentó sobre las implicaciones de estos hallazgos en una entrevista con CBS News.
Conexiones sociales y el aumento de la ansiedad en adolescentes
La tecnología se ha convertido en una “espada de doble filo”, ya que, aunque ofrece conexiones sociales y apoyo emocional, también puede intensificar los sentimientos de ansiedad y depresión. “Estudios como estos muestran la verdadera magnitud de cuánto tiempo pasan nuestros hijos en las pantallas y las preocupantes consecuencias para su salud mental”, afirmó.
El informe también revela diferencias significativas en el uso de pantallas entre diversos grupos demográficos. Por ejemplo, se encontró que los adolescentes negros no hispanos tienen una mayor probabilidad (60,4%) de pasar cuatro horas o más al día frente a las pantallas en comparación con adolescentes de otros grupos raciales y de origen hispano. Además, se observó que los adolescentes que residen en áreas metropolitanas tienden a reportar niveles más altos de uso de pantallas que aquellos que viven en áreas no metropolitanas.
El impacto del nivel educativo de los padres en el uso de pantallas
Un factor crítico que el informe destaca es la influencia del nivel educativo de los padres. Los adolescentes que provienen de familias donde la educación más alta de los padres es algún colegio o menos tienen una mayor probabilidad de exceder las cuatro horas diarias frente a las pantallas (55,0%) en comparación con aquellos cuyos padres poseen títulos universitarios. Esta situación se ve agravada en entornos urbanos, donde el acceso a dispositivos y tecnología es significativamente mayor.
La relevancia de supervisar el contenido que consumen niños y adolescentes no puede subestimarse. A pesar de los hallazgos preocupantes, la Academia Estadounidense de Pediatría ha sugerido que no todos los tipos de contenido son perjudiciales; algunos pueden fomentar la conexión social y la creatividad. Sin embargo, la Dra. Chaudhary advirtió que la búsqueda constante de validación y las comparaciones sociales en línea pueden tener efectos negativos profundos. “Con el acoso en línea, la comparación social constante y los efectos en la imagen corporal, no es de extrañar que más tiempo en las redes sociales se asocie con ansiedad y depresión”, señaló.
El uso excesivo de pantallas, para muchos adolescentes, puede estar vinculado tanto al entretenimiento como a la mitigación de síntomas de aislamiento social. Esto resalta la complejidad del fenómeno, ya que aquellos que enfrentan problemas de salud mental pueden ser más propensos a recurrir a las redes sociales en busca de conexiones, distracciones y validación.
En términos de diferencias de género, el informe no muestra diferencias significativas en el tiempo de pantalla entre chicos y chicas. Sin embargo, se observa que el porcentaje de adolescentes de entre 15 y 17 años que pasa cuatro horas o más frente a la pantalla es mayor (55%) que en el grupo de 12 a 14 años (45,6%). Esta tendencia podría reflejar el aumento de las necesidades sociales y el desarrollo emocional que ocurre con la edad, lo que puede implicar un consumo de contenido más variado.
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Este informe se suma a la creciente evidencia que relaciona el alto tiempo de pantalla con resultados de salud adversos, que incluyen hábitos de sueño deficientes, fatiga y síntomas de ansiedad y depresión. Ante esta situación, es fundamental desarrollar estrategias efectivas para gestionar y equilibrar el uso de dispositivos electrónicos en la vida diaria de los adolescentes.
La implementación de estas estrategias podría ayudar a mitigar los efectos negativos del uso excesivo de pantallas, promoviendo un enfoque más saludable hacia la tecnología en el contexto del desarrollo juvenil.
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