Contrariamente a lo que se ha enseñado durante décadas, el ser humano posee no solo cinco, sino siete sentidos fundamentales que influyen en nuestra experiencia del mundo.
Afirman que los sentidos tradicionalmente considerados más conocidos, como la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, son en realidad los menos importantes entre todos ellos.
El descubrimiento ha sacudido los cimientos de la neurociencia y ha abierto nuevas perspectivas en el estudio de la percepción humana. Hasta ahora, la comunidad científica se había centrado principalmente en los cinco sentidos más evidentes, mientras que los otros dos, menos conocidos, pero igualmente esenciales, habían pasado desapercibidos.
Los sentidos conocidos son los siguientes:
Vista (Visión): Nuestros ojos nos permiten percibir la luz y la forma de los objetos a nuestro alrededor, transmitiendo la información visual al cerebro.
Oído (Audición): Los oídos captan y procesan los sonidos, permitiéndonos disfrutar de la música, comunicarnos y detectar peligros auditivos.
Olfato (Olfacción): A través de las fosas nasales, el sentido del olfato nos ayuda a identificar olores y desempeña un papel crucial en los recuerdos y emociones asociadas con ellos.
Gusto (Gustación): Las papilas gustativas en nuestra lengua nos permiten experimentar diferentes sabores, como dulce, salado, amargo y ácido.
Tacto (Tactocepción): La piel y otros receptores táctiles nos permiten sentir la presión, la temperatura, la textura y el dolor, proporcionando información importante sobre nuestro entorno físico.
Sin embargo, los dos sentidos menos conocidos y subestimados son:
Equilibrio y Sentido de Movimiento (Vestibular): Nuestro oído interno desempeña un papel crucial en el equilibrio y la percepción de los movimientos del cuerpo. Permite mantenernos en pie, realizar movimientos coordinados y comprender la orientación espacial.
Propiocepción: Este sentido nos permite percibir la posición y el movimiento de nuestras partes del cuerpo sin necesidad de verlas. Es responsable de nuestra conciencia corporal y nos ayuda a realizar actividades físicas con precisión.
Se argumenta que estos sentidos “menos conocidos” son en realidad los más importantes para nuestra vida cotidiana y la comprensión de nuestro entorno. La propiocepción, por ejemplo, es crucial para actividades como caminar, escribir y agarrar objetos, mientras que el sistema vestibular es esencial para mantenernos en equilibrio y evitar caídas.
El estudio de estos sentidos adicionales está ganando impulso en la comunidad científica, y se espera que arroje luz sobre cómo nuestra mente y cuerpo trabajan en conjunto para dar forma a nuestra experiencia del mundo.